LA HABANA, Cuba. – El Gobierno ofrece al pueblo cubano mayor precariedad y coacción, mediante su plan económico para 2024 y el programa macroeconómico anunciado en las comisiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, del 18 al 22 de diciembre. La hecatombe será más destructiva que la “Tarea Ordenamiento”, reconocida finalmente como un fracaso por las inamovibles autoridades ejecutoras.
Cinco días de argumentaciones televisadas transcurrieron para justificar el decrecimiento del PIB en 2023, debido a los cientos de medidas impuestas en la agricultura y otros sectores productivos, el improbable aumento del 2% del PIB en 2024, los motivos de las próximas restricciones a las exitosas mipymes, que demuestran la superioridad del sector privado frente a las ineficientes empresas estatales.
Luego de reconocer el incremento sostenido de la inflación, más notablemente en los alimentos esenciales, y argumentar la imposibilidad de elevar los salarios y pensiones devaluados por la “Tarea Ordenamiento”, las máximas autoridades anunciaron la elevación de los precios del agua, la electricidad (en un 25%), el gas licuado, la transportación de pasajeros, la gasolina, los cigarros, tabacos y otros productos no detallados aún.
Si bien los precios eran bajos, la subida de la electricidad, por ejemplo, se trasladará a los productos y servicios, con afectación a la paupérrima mayoría isleña. Donde casi no hay ómnibus y los vehículos privados desde hace decenios han compensado el déficit, los precios se elevarán según aumente el combustible. La ansiedad causada por las crecientes dificultades cotidianas se incrementará a los millones de fumadores, que no podrán tampoco refugiarse en los medicamentos que “están en falta” en las farmacias. A eso se añade el desasosiego por la reducción de los empleos anunciada.
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