Si en algo estoy firmemente de acuerdo con la actual administración de Estados Unidos es en el apoyo militar que le están concediendo a Ucrania, sin el cual hace meses que el dictador Putin se habría apoderado de ese país independiente que al comienzo de las hostilidades se encontraba casi desarmado frente al coloso militar ruso. El asombroso y ejemplar coraje con que hicieron frente a la agresión en las primeras semanas merece nuestra admiración y respeto.
Muy distinta sería la historia si el Reino Unido, Francia y Polonia hubieran brindado el mismo apoyo militar a Checoslovaquia y Austria frente a la agresiva ambición de Hitler. Los líderes de entonces se cruzaron de brazos y el dictador alemán continuó impulsando sus ambiciones expansionistas y hegemónicas provocando así la espantosa II Guerra Mundial.
Putin ha demostrado previamente semejantes ambiciones expansionistas en Georgia, Azerbaidjan, Siria y Kazakhstán. Si permitimos que también avasalle con éxito a Ucrania, no nos sorprendería que pronto siguieran Estonia, Letonia y Lituania, y muy probablemente Finlandia también, en su obstinada reconstrucción del imperio Ruso/Soviético.
Por favor, no politicemos esta guerra de agresión contra el valiente pueblo de Ucrania, criticando la indispensable ayuda militar simplemente por motivos ideológicos o partidistas. Frente al criminal agresor que hace blanco en escuelas, hospitales, edificios de apartamentos y otros blancos civiles en una indiscriminada guerra terrorista, es indispensable un frente unido de las democracias en respaldo del aguerrido pueblo ucraniano que valientemente lucha por recuperar los territorios que el dictador ruso intenta arrebatarles.
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