La "ideología de género" como herramienta de un Marxismo reciclado

La "ideología de género" como herramienta de un Marxismo reciclado

4 months 1 week ago - 4 months 1 week ago
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La mal llamada "ideología de género" es una herramienta para desmantelar una sociedad que a lo largo de los siglos ha estado cimentada en el núcleo familiar, introduciendo en ella un agudo relativismo en el que todo es permisible y la moral es un estorbo. Esta tendencia no es nada nuevo, sino que se ha ido introduciendo  a lo largo de medio siglo en la conciencia de las nuevas generaciones bajo el martilleo constante de determinados círculos académicos y medios de prensa, además del contubernio de numerosos políticos que apoyan esta tendencia como una oportunidad electoralista de ganar los votos de aquellos influenciados por esa "ideología".

De hecho, en la década de los 80, un numeroso grupo de académicos norteamericanos, incluyendo a Judith Butler, Gayle S. Rubin, Sandy Stone y Susan Stryker establecieron las disciplinas de la "Teoría Queer" y "Estudios Trasgenéro" y comenzaron a propagar la idea del género como una "progresión social" utilizada para representar a las minorías raciales y sexuales. Además, denunciaron las categorías tradicionales de hombre y mujer como un falso y caduco binarismo sexual que fue concebido para sostener el sistema de "heteronormatividad"; en otras palabras, para consolidar la “estructura de poder blanca, masculina y heterosexual”.

Propagaron en su enseñanza la idea de que el sistema tenía que ser despiadadamente "deconstruido" (una nueva palabra como eufemismo de "destruido"). Desarrollaron un programa que proclamaba que si los hombres pueden convertirse en mujeres y las mujeres en hombres, la estructura natural de la Creación podría ser derribada para igualar estrictamente a todos en una masa homogénea de seres humanos.

Esta enseñanza se vio también permeada por ideas marxistas, dando lugar a que muchos activistas estaban y siguen estando convencidos de que esta tendencia es una de las herramientas para la realización de una futura y "progresista" sociedad marxista.

Al comienzo de su carrera en los años 80, Judith Butler fue profesora de la Univ. de Wesleyan (Ohio), la Univ. George Washington (Washington DC) y la Univ. John Hopkins (Maryland) y pasó en 1993 a la Univ. de California en Berkeley, donde sigue ejerciendo hasta hoy. Se hizo famosa por dos libros publicados en 1990: "Gender Trouble: Feminism and the Subversion of Identity" y "Bodies That Matter".

Gayle S. Rubin tuvo una gran influencia en el "feminismo de segunda ola" y en los inicios de los estudios de género desde fines de los años 70. En 1978 fundó en San Francisco el primer grupo del llamado "sadomasoquismo lésbico" y fundó en 1985 la Sociedad Histórica GLBT del Área de la Bahía de San Francisco. Fue profesora de la Univ. de Harvard y últimamente de la Univ. de Michigan.

Zelig Ben-Nausaan Cohen se estableció en Santa Cruz, California, se sometió a una reasignación de género con Donald Laub en el Programa de Disforia de Género de Stanford en Palo Alto, cambió su nombre a Sandy Stone y comenzó a colaborar con los círculos de feminismo lesbiano. Se hizo famosa en 1987 con su ensayo titulado "The Empire Strikes Back: a Posttranssexual Manifesto" mientras hacía su doctorado en la Univ. de California en Santa Cruz. Posteriormente, trabajó en el Departamento de Sociología de la Univ. de California en San Diego.

Susan Stryker cambió de sexo y ahora es profesora de Estudios de Género y de la Mujer, ex directora del Instituto de Estudios LGBT y fundadora de la Iniciativa de Estudios Transgénero de la Univ. de Arizona. En Harvard ha enseñado también estudios transgénero y cultura queer.

Muchos más han sido influenciados en las últimas décadas por el movimiento y la "ideología" que promovieron inicialmente estas cuatro personas. No cabe duda de que el movimiento transgénero y la mal llamada "ideología de género" son fundamentalmente un movimiento político permeado por el marxismo disfrazado de "progresivismo".

De hecho, en una colección de ensayos titulada "Marxismo transgénero", la escritora activista Rosa Lee argumenta que las personas trans pueden servir como la nueva vanguardia del proletariado, prometiendo abolir la heteronormatividad de la misma manera que el marxismo ortodoxo prometió abolir el capitalismo.  Afirma que:

«En otra época, los marxistas hablaban de la construcción de un "hombre nuevo socialista" como una tarea crucial en el proceso de construcción socialista. Hoy, en una época de ascenso del fascismo y de un movimiento socialista emergente, nuestro desafío es transexualizar nuestro marxismo. Debemos pensar que el proyecto de transición al comunismo en nuestro tiempo, es decir, el proceso de comunización, incluye la transición a nuevos comunistas, nuevas formas de ser y de relacionarnos».

Lo más grave de este fenómeno social orquestado por los neomarxistas y "progresistas" de nuestros días, consiste en la forma en que se está introduciendo desde las escuelas de párvulos, a quienes se les estimula a "elegir" su género y se les instruye sobre temas que no están todavía a la altura de su comprensión. Todavía peor es el hecho de que se burla la patria potestad de quienes deben tener toda la responsabilidad sobre la orientación sexual de sus hijos y hasta se llega a adoctrinar a muchos padres para que consientan activamente a que sus hijos adolescentes se sometan a procedimientos quirúrgicos que cambien irreversiblemente su físico.

El daño antropológico de esta tendencia está provocando el derrumbe de la sociedad democrática moderna, dando poder absoluto al Estado sobre nuestra educación, nuestra cultura y nuestras libertades fundamentales. La insidiosa ideología marxista (mal llamada “progresista”) pretende desbaratar el entarimado social para construirlo de nuevo en una utópica sociedad comunista. Por su parte, todos estos "ideólogos de género" y promotores de la cultura LGTBQ+, consciente o inconscientemente, no son más que "fellow travelers" que tarde o temprano también tendrán que entrar por el aro de un futuro totalitario en el que determinadas élites privilegiadas pretenderán estar edificando una maravillosa –pero imposible– utopía.

Ya sabemos los resultados de esas pretensiones en los hechos que hemos contemplado y seguimos contemplando en muchos lugares de nuestro atribulado planeta, pero lamentablemente son muchos los que prefieren ignorarlos, embelesándose con los cantos de sirena de carismáticos demagogos. ¡Ojalá que despierten pronto, porque en estos momentos parecen ser mayoría y las mayorías desorientadas y fanatizadas suelen dar al traste con la democracia! Sin lugar a dudas, los pueblos son responsables de su destino.
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